Dame una señal,
tan solo una mirada,
una sonrisa, alguna palabra,
que me haga saber,
si soy tu amada.
Dime si eres un gentil caballero,
montando su corcel,
luchando contra vientos, fieras y desiertos,
esperando por mi pañuelo perfumado.
O el villano cruel,
enamorado en secreto,
de la damisela secuestrada.
Quizás ni lo uno ni lo otro,
tan solo confundí tu rostro,
con alguno que soñé,
probablemente tu mirada,
se cruzó con la mía,
en un error del destino
y me creí de tu interés.
Tal vez no me mirabas,
tan solo parpadeabas
por un rayo de sol;
jamás me viste,
hoy lloro tu ausencia
y tu no notaste mi presencia.
Peor aún, me amas demasiado,
no quieres hacerte un daño,
y me hieres sin querer.
Y el silencio desatado,
me ataca por la espalda
acompañado por la soledad
y la presencia de tu ausencia
angustia mi conciencia
haciéndola creer que en la inocencia,
me confundí de historieta
y no soy la protagonista,
si no, la amiga antagonista.
Y de pronto me di cuenta que la inspiración viene cuando se está cómodo de posición e incómodo de pensamiento.
Cariños,
Zel
Desde el fin del mundo.
P.S.: La sinceridad hoy en día esta devaluada.
1 comentario:
Aparte del destinatorio, que ni entro ni salgo, me encantó el llamamiento a las musas: que vienen cuando se está cómodo en postura e incómodo de pensamiento. Me gusta
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