domingo, 5 de mayo de 2013

Una promesa de otoño

-¿Salgamos a caminar tomados de la mano? Disfrutamos el otoño y respiramos aire fresco ¿Te parece?
-Llueve...- Me dices sin siquiera levantar la vista de tu computador.
-Déjalo, voy sola.- 

Me voy, detesto salir enojada, pero hay veces en las que me pregunto si eres capaz de romper el esquema. Camino sin dirección, escogiendo las calles con más árboles y menos gente, quiero despejarme. El olor de las hojas secas me relaja y el viento frío me calma, el enojo se transforma en tristeza y una gota de lluvia se desliza por mi mejilla...

Sin darme cuenta termino en esa placita donde termino siempre, me siento en una banca a mirar como las madres apuran a sus hijos para que se entren, a medida que comienza a llover empieza a haber menos gente y me pongo a llorar, no lloraba así en años…

-Te dije que llovía.

Levanto la vista y ahí estás, con cara de molesto, bajo la vista al suelo y te sientas a mi lado.

-¿Para que haces esto?
-¿Hacer qué?
-Esto, venir aquí a mojarte, sola y enojada.
-Te dije que vinieras conmigo.
-Te dije que llovía.
-Quería compartir un rato contigo, daba igual si salíamos o no.
-Está bien, aquí estamos, los dos, mojándonos… ¿Serías tan amable de mirarme?
-No.
-Esta vez tienes razón, lo siento.

Levanto la vista y ahí estás, mirando al suelo, te tomo la mano, me acerco a ti, tomo tu cara con mis manos y te beso suavemente. Te miro a lo ojos y vuelvo a llorar.

-¿Por qué lloras?
-Porque te amo, sin ti no puedo, últimamente te siento lejos y sé que es culpa mía, dejo que el trabajo me absorba y yo sola nos alejo. Quiero estar a tu lado y me frustra verte tan indiferente.
-También es culpa mía, cada vez que sales a terreno, que traes trabajo a la casa o que te quedas hasta tarde en la oficina, no te digo nada, me quedo callado. He optado por no decirte cuanto te extraño, te amo, bonita.
-Yo a ti. Perdóname, por favor.
-Perdonada ¿Y tú a mi?
-Perdonado, te amo.
-¿Te parece si volvemos a la casa? Va a llegar Tomás del colegio.

Caminamos de la mano bajo la lluvia, llegamos a la casa chorreando agua, entramos y subimos a cambiarnos.

Te quedas mirándome fijamente mientras me saco la ropa mojada.

-Se te ha hecho costumbre esto de mojarte y desnudarte en mi baño.
-Siempre funciona.- Te digo mientras me acerco a besarte. Siento tu piel helada contra la mía, tus brazos me rodean y me acercan a ti, tus labios bajan por mi cuello… Y suena el teléfono.- No contestes.
-Aló? Si claro, espere un momento.- Pones cara de enojado.- Es para ti.
-¿Quién? ¿Por qué te enojas?- Me pasas el teléfono.- Aló?
-Hola, hablas con Marcela.- Entendí el porque de tu cara.-
-Hola, cuéntame.
-Me llamaron recién para decirme que tenemos que hacer una salida extra la próxima semana.
-Llegamos ayer de terreno.
-Sí sé, pero parece que hubo un problema con las muestras.
-¿Cuáles?
-Las de la ecosonda…
-Lo lamento mucho, pero eso no es problema mío, mi trabajo está bien hecho, no voy a volver a salir porque otro hizo mal lo suyo.- Tu cara de asombro es impagable.
-Pero, tenemos que ir todos.
-¿Tenemos? Me parece que no. Con todo respeto, tienes. No voy a sacrificar otra semana con mi marido y mi hijo, por ir al mar, mucho menos si es por el error de otro. Lo siento mucho Marcela, pero esta vez no cuentes conmigo ¿Algo más?
-Yo… No… Saludos a tu familia, nos vemos.
-Gracias, que estés bien.- Corté.- Eso se sintió bien.
-Te amo, loquita ¿Que vas a hacer cuando llame tu jefe?
-Le voy a decir que el lunes a primera hora tendrá en su escritorio un certificado médico que me excusa de este terreno y los siguientes, hasta un año y un poco más.
-¿Qué quieres decir?
-Que no voy a terreno.
-No, con eso de un año más.
-¿En qué estábamos?
-No pongas esa cara, dime.
-¿Cara de qué?
-De "soy irresistible".
-No pongo esa cara.
-No me cambies el tema.
-¡Mira la hora! Va a llegar Tomás…
-Ya me lo vas a decir…- Te quedas mirando como me visto y decides hacer lo mismo.- ¿Subiste de peso?
-¿Qué?
-Esa polera te quedaba más suelta, no digo que estés gorda, es que te ves más…
-¿Más qué?- La sonrisa en los labios no me la quita nadie.
-A ver, mírame a los ojos y acércate.- Te miro profundamente, mientras camino lento. Me detengo a un paso de ti, me miras fijo a los ojos, me rodeas y te paras detrás de mi, te acercas, me abrazas, deslizas tus manos por mi vientre, subes hasta mis pechos, los acaricias, me muerdes el cuello y me susurras al oído.- ¿Hay algo que quieras contarme?- Me río, me doy vuelta y te abrazo.
-No estoy segura, por eso no te había dicho nada aún, mañana tengo médico y quería sorprenderte…
-¡Habla ya, mujer!
-Estoy embarazada.
-Te amo, bonita.
-Yo a ti.