jueves, 16 de enero de 2014

Océano

Me despierto sobresaltada y sudorosa de una pesadilla que no recuerdo bien, miro desorientada a mi alrededor y no te encuentro a mi lado... Hasta que lo recuerdo todo. Miro la hora 5:13 AM, por la ventana abierta se ve que empieza a clarear y entra el suave murmullo del mar, decido levantarme. Pongo agua a hervir, y me voy al baño por una ducha para terminar de quitar los restos de la pesadilla. A las 5:30, estoy sentada en la cocina de la cabaña con un té caliente y unas tostadas, revisando la planificación del día en el computador. Llevamos una semana en la isla, contratados para hacer un documental de este lugar en los confines del mundo. Nos ha tocado buen clima, incluso el día que llovió estuvo excelente. Hoy toca una caminata al centro de la isla, un pequeño cerro con vista a la bahía, aparentemente subirán en la tarde, la idea es filmar el atardecer. Reviso el programa y no hay nada que requiera mi especialidad, así que supongo que tengo libre. Sigo con la lista de especies por identificar, fotos y fotos de árboles, arbustos, aves, mamíferos varios. Veo una foto nueva al final de las por clasificar, según parece llegó durante la noche (pusimos varias cámaras-trampa en la isla y cuando se activan, transmiten directo al computador). Añado una nota al pie de foto: "Lontra felina", escribo con color azul (cada anotación lleva un color para indicar quién la escribió). El reflejo de algo en la ventana me distrae, el camarógrafo dejó una cámara en la ventana para grabar el amanecer. Escucho pasos.
-¿Madrugando o trasnochando?- Escucho a mis espaldas, el camarógrafo, Ángel.
-Madrugando, no pude seguir durmiendo.
-Hoy te toca libre
-Sí, pero tengo pensado ir a dar una vuelta en la lancha a ver si encuentro algo
-¿Quieres que te acompañe?
-La verdad quiero ir sola, pensar un rato, pero te prometo que llevo la cámara.- Me devolvió una sonrisa enorme y fue a hervir más agua. Lo miré divertida, la misma rutina cada mañana, café y un pan con queso. Una vez terminó de preparar su desayuno, se sentó a mi lado.
-¿Lo extrañas?
-Ni te imaginas.
-Ya queda menos, unas tomas más... Solo dos días más, Zel.
-Lo sé...- Nos quedamos en silencio por un rato, hasta que una joven de ojos soñolientos aparece en el umbral de la puerta.
-Buenos días.- Saluda en tono muy alegre, se acerca descalza hasta nosotros y saluda con un beso en la boca a Ángel, mientras se toman de la mano. Repentinamente, el fondo de mi taza vacía se vuelve muy interesante. No fue un beso largo ni mucho menos descarado, fue más bien corto, pero no deja de incomodarme. Te extraño. 
-Buenos días, Amalia.
-¿Dormiste?
-No muy bien...
-Lo extrañas.
-¿Qué problema tienen ustedes con eso?- Ambos se sonrojaron, pero les devolví una sonrisa.- Creo que saldré ahora.
-Pero tienes libre hoy... Creí que descansarías en la mañana y en la tarde subirías con nosotros.
-Aún no sé si suba, pero que salga no significa que no descanse. No me esperen a almorzar.- Intenté dedicarle una sonrisa, pero creo que no me resultó muy bien. Por algún motivo no puedo evitar querer  hacer feliz a esta muchacha. Es la más joven del equipo y la esposa de mi amigo y camarógrafo, pero tiene un aire inocente o algo, me recuerda a mi hija.

Me levanté de la mesa, preparé un par de cosas para comer, puse agua hervida en un termo pequeño y eché todo eso en mi mochila junto con mi cámara y un litro de jugo. Todavía no se levantaba el resto del equipo, así que dejé instrucciones por escrito y las puse en el refrigerador. Me disponía a salir cuando Ángel me detuvo.
-Toma.- Me alargó una colación extra y un bulto.
-¿Para que quiero eso y qué ese bulto?- Lo miré extrañada.
-Por si decides demorarte más.- Me dijo con una sonrisa misteriosa.
-Gracias... ¿Por qué me miras así?
-¿Así como?
-Olvídalo...

Cuando por fin salí, el aire fresco de la mañana llenó mis pulmones y me encaminé al muelle, no podía sacar de mi mente la cara de Ángel y el "bulto misterioso", pero ya lo revisaría en la lancha, al menos esa duda se resolvería pronto. Caminé con paso enérgico, saboreando la sal del aire marino, mientras la vida empezaba a despertar a mi alrededor. Cuando llegué hasta la lancha, me detuve en seco, alguien o algo, había subido a bordo durante la noche. Respiré profundo y me preparé para lo que fuera. Sin embargo, la lancha no tenía nada fuera de lo común... Salvo por una rosa roja sobre una tarjeta amarilla, en la cabina del capitán. Me acerqué extrañada y tomé la rosa y la tarjeta; y esta decía: "Mira atrás de ti". Y ahí estabas, con una sonrisa radiante, mirándome con esos ojos tuyos, en los que suelo perderme.
-Sorpresa.- dijiste en un susurro.
-¿Qué haces aquí? ¿Cuando llegaste? ¿Como llegaste!
-Shhh.- Y me callaste con un suave beso, mientras tus manos se posaban en mis caderas y me acercabas a ti.- Te amo.- Susurraste contra mi cuello, respirando el olor de mi pelo. Y me puse a llorar
-¿Por qué lloras, preciosa?
-Te extrañé tanto.
-Pero ya estoy aquí... Vamos.
-Pero...
-Vamos, en el camino te cuento todo.

Así fue como desamarramos la lancha y la conduje fuera de la bahía, me contaste como dejaste a los niños con tu madre y te viniste a estar conmigo estos dos últimos días en la isla, como llegaste ayer en la tarde, como tenías todo planeado con Ángel y Amalia desde un comienzo, como (todavía no dejo de sorprenderme) ¡Dormiste en la cabaña! Saliste mientras me duchaba, y esperaste a que llegara al muelle.
-¿Como supiste que saldría sola?
-Solo lo supe, preciosa- Dijiste mientras te acercabas a mi y me abrazabas por la espalda, deslizaste tu mano hasta la mía y apagaste el motor. Ya estábamos fuera de la bahía y sol ya se estaba asomando.
-¿Desayunaste?
-No, pero puede esperar, hay otras cosas que no...