Mi amada Zel:
Te tengo en el más trágico de los abandonos, pero hoy sentí la necesidad de escribirte. Llevo mucho tiempo lejos de aquí y por cosas de ánimo y tiempo no he pasado a escribir. Ganas no me han faltado, pero muchas veces la frustración del momento me corta las letras y las palabras no salen.
En este tiempo lejos he reído y he llorado (vaya que sí), han pasado rabias, frustraciones, alegrías... de todo un mucho (porque cuando se habla de las emociones no se puede decir que es poco). Debo confesar que he estado al borde de tirar la toalla y renunciar. Mandar todo al carajo, incluso irme yo misma al carajo, pero aquí estoy, tratando de mantener el viento en las velas y firme el timón. No tengo el rumbo muy claro, no te voy a mentir, pero me tengo que mantener navegando.
Te necesito, eres parte de mi alma y aunque mi científico cerebro trate de hacerte a un lado, mi corazón lleno de mar y poesía no se puede apartar de ti.
Hace un tiempo vengo con esa sensación de que extraño la intimidad, y no, no estoy hablando de sexo. Hablo de un té en silenciosa compañía, un beso en la frente, cariño en el pelo, un pecho sobre el cual llorar y dormir, ese abrazo dulce que te llena de paz, escuchar el corazón de otro latir, el calor de un cuerpo, una mano tibia que sea suave y firme...
Y mientras escribo, me voy dando cuenta que ya no quiero pasión (sí la quiero), pero no como algo principal, si no como consecuencia de la intimidad.
Gracias por recibirme como siempre, es bueno estar en casa. Porque al final eso es lo que todos buscamos:
Sentirnos en casa
Espero con todo mi corazón volver pronto